miércoles, 6 de junio de 2012

LAS ARTES EN EL PROCESO


¿Desde dónde me posiciono para hablar de arte y terapia o arte y desarrollo humano?
Desde la vida misma, desde mi experiencia empírica, desde mi ser y lo que he podido observar en mi propio proceso y en el de  algunas personas que he tenido cerca, ya sea en un contexto terapéutico o en uno más informal.
¿Terapia o desarrollo?
En definitiva que implica la terapia y qué implica el desarrollo. Ambos son procesos humanos que apuntan a la maximización de las potencialidades que permitan disfrutar de una vida en plenitud. Descubrir aquellas facetas que navegan perdidas en los océanos personales puede significar cambiar un camino, tomar un atajo para llegar a lugar más satisfactorio o en definitiva, transformar una realidad que hasta el momento nos aprisiona y nos conduce a establecer que ese pequeño lugar es el que nos tocó y ¡ya!
Crecemos en un mundo que funciona con las reglas invertidas. Los valores humanos se han dirigido hacia un ideal materialista que dista de las verdaderas leyes universales que desconocen los códigos de marketing o las reglas de la economía vanguardista. Por lo tanto, lo importante, lo que toma un lugar prioritario en la existencia del ser humano, según los estilos de crianza, que se acompañan de las muchas fuerzas controladoras de la vida contemporánea, tiene que ver tristemente con una meta que sobrevalora  las posiciones económicas, el estatus, el poder y la competencia.
Recuerdo a mi padre recriminándome cuando era niña, porque en vez de hacer la tarea de matemáticas, hacía un dibujo. Comprendo  ahora su preocupación porque me convirtiera en una estudiante exitosa y así poder salir de aquella pobreza material que nos oprimía. Sin embargo en ese momento, aquella niña de 9 años, entendió que para ser querida debía cumplir aquellas expectativas intelectuales, que decididamente me resultaban agobiantes. También, recuerdo a la maestra de  primaria dirigiendo unas palabras que alentaban nuestro destino de chiquillos perdidos, a un futuro de obreros dignos, operarios satisfechos y empleados orgullosos. Camino único al parecer, para abandonar nuestras miserias de infantes proletarios. Recuerdo también que desde niña la rebeldía se hizo compañera de rutas y travesías,  que continué dibujando o escribiendo garabatos en las clases que me aburrían, que le pude decir a la maestra con presunción, que hay otros lugares donde estar, que mi hermano siendo pobre, igual que yo, estudiaba medicina en la universidad y que sus predicciones no me calzaban de ninguna manera. El costo fue convertirme en la greñuda niña falta de respeto que salió del colegio con una libreta nefasta de calificaciones, pero que desde esa pequeña conciencia pudo elegir sus propios caminos y libertades.  
Las artes me condujeron por un camino que me acercaba cada vez más a aquella parte de mí que tenía la fuerza para soportar un gran aluvión de decepciones y soledades. Las artes me dijeron que la creación desde todas las trincheras, es la voz de  mi corazón, más allá de las connotaciones estéticas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Valparaíso

Valparaíso aterrizó en una nube de sal y simplemente un día todo quedó así. Antes era una ciudad común, ahora es una descalabro de palacios ...