Valparaíso aterrizó en una nube de sal
y simplemente un día todo quedó así.
Antes era una ciudad común,
ahora es una descalabro de palacios
y volantines que parecen casas,
mares que desfilan por anchos barcos,
letras que caminan detrás de amantes
un borracho rancio dormido en la botella,
una sopa marinera que pica hasta el hoyo,
la cosmopolita lolita jaranera,
las puertas abiertas de la eterna locura,
un montón de fantasmas haciendo travesuras
en los rincones húmedos de los edificios de la Echaurren.
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