jueves, 21 de junio de 2012

LA NIÑA MORIBUNDA


La niña desahuciada  que alberga mi espalda
Criatura indescifrable que visto
Necrótica de llantos
Morada de olvidos
Álgida de afanes
Fatigada  de espantos
Sus corneas se congelaron en lugar de progresar
Con  el temple perdido en el río de su fuga

No mueras niña sin exhalar tu tragedia
Escarchada está  la barca de tu retorno
El sol hará lo suyo para estrecharte
Mientras nos persigue la travesía
Habrá que alcanzar con ímpetu el recorrido
Amárrate a  mis hombros
No dejes de empuñar tus alientos
No te vayas sin balbucear tus desasosiegos

Te dejo dormitar en mi nuca
Te dejo sospechar tu ineludible muerte
Te dejo emigrar sin esqueleto
Te dejo desmantelar mis histerias
Me diste y me quitaste
Me hiciste y me fragmentaste
Nunca más nos hallaremos
Ni llorando, ni riendo, ni escapando

Muchacha taciturna 
Ya no te quejas de nada
Agónica cantas tu réquiem  en mi oído
Arrójate al charco
Tus amigos, los sapos, te aguardan
Con flor de loto hicieron tu  diadema
Para cuando te sumerjas pálida
Para cuando te vayas a juntar con  los búhos

miércoles, 6 de junio de 2012

LAS ARTES EN EL PROCESO


¿Desde dónde me posiciono para hablar de arte y terapia o arte y desarrollo humano?
Desde la vida misma, desde mi experiencia empírica, desde mi ser y lo que he podido observar en mi propio proceso y en el de  algunas personas que he tenido cerca, ya sea en un contexto terapéutico o en uno más informal.
¿Terapia o desarrollo?
En definitiva que implica la terapia y qué implica el desarrollo. Ambos son procesos humanos que apuntan a la maximización de las potencialidades que permitan disfrutar de una vida en plenitud. Descubrir aquellas facetas que navegan perdidas en los océanos personales puede significar cambiar un camino, tomar un atajo para llegar a lugar más satisfactorio o en definitiva, transformar una realidad que hasta el momento nos aprisiona y nos conduce a establecer que ese pequeño lugar es el que nos tocó y ¡ya!
Crecemos en un mundo que funciona con las reglas invertidas. Los valores humanos se han dirigido hacia un ideal materialista que dista de las verdaderas leyes universales que desconocen los códigos de marketing o las reglas de la economía vanguardista. Por lo tanto, lo importante, lo que toma un lugar prioritario en la existencia del ser humano, según los estilos de crianza, que se acompañan de las muchas fuerzas controladoras de la vida contemporánea, tiene que ver tristemente con una meta que sobrevalora  las posiciones económicas, el estatus, el poder y la competencia.
Recuerdo a mi padre recriminándome cuando era niña, porque en vez de hacer la tarea de matemáticas, hacía un dibujo. Comprendo  ahora su preocupación porque me convirtiera en una estudiante exitosa y así poder salir de aquella pobreza material que nos oprimía. Sin embargo en ese momento, aquella niña de 9 años, entendió que para ser querida debía cumplir aquellas expectativas intelectuales, que decididamente me resultaban agobiantes. También, recuerdo a la maestra de  primaria dirigiendo unas palabras que alentaban nuestro destino de chiquillos perdidos, a un futuro de obreros dignos, operarios satisfechos y empleados orgullosos. Camino único al parecer, para abandonar nuestras miserias de infantes proletarios. Recuerdo también que desde niña la rebeldía se hizo compañera de rutas y travesías,  que continué dibujando o escribiendo garabatos en las clases que me aburrían, que le pude decir a la maestra con presunción, que hay otros lugares donde estar, que mi hermano siendo pobre, igual que yo, estudiaba medicina en la universidad y que sus predicciones no me calzaban de ninguna manera. El costo fue convertirme en la greñuda niña falta de respeto que salió del colegio con una libreta nefasta de calificaciones, pero que desde esa pequeña conciencia pudo elegir sus propios caminos y libertades.  
Las artes me condujeron por un camino que me acercaba cada vez más a aquella parte de mí que tenía la fuerza para soportar un gran aluvión de decepciones y soledades. Las artes me dijeron que la creación desde todas las trincheras, es la voz de  mi corazón, más allá de las connotaciones estéticas.

viernes, 1 de junio de 2012

Nocturno


Cada mañana, al despertar, resucitamos;
porque al dormir morimos unas horas
en que, libres del cuerpo, recobramos
la vida espiritual que antes tuvimos
cuando aún no habitábamos la carne
que ahora nos define y nos limita,
y éramos, sin ser, misterio puro
en el ritmo total del Universo.

Porque al dormir morimos sin saberlo;
nos vamos al espacio en ágil vuelo
sin perder la unidad que nos integra,
y somos como somos: idénticos, sin cambio,
extensos y desnudos
como el azul en el temblor del aire.
No extrañamos el cuerpo; no sufrimos
la ausencia de la piel que nos cobija;
somos como antes de nacer: etéreos,
vivos en plenitud de firmamento
y penetrantes como luz en sombras.

Y nadie, cuando duerme, acaso piense
que yace en los dominios de la muerte:
porque el cansancio, apenas agonía,
nos borra la razón,
desciende con ternura nuestros párpados,
apaga nuestros ojos,
anestesia la carne y nos separa de ella
para dejarnos vivos en el sueño.

Y esta costumbre de morir a diario,
sin dolor, sin sorpresa,
natural como el agua
que se deja atraer por el declive,
no nos deja pensar que es una muerte
cada vez que dormimos,
y que, de cada muerte transitoria,
aprende nuestro ser
la verdad de morir su muerte eterna.

Elías mandino