lunes, 7 de febrero de 2011

Un mes de México.


Mis talones se hunden en las avenidas Mexicanas,
cada vez más...creo.
No puedo parar de buscar lo real, lo verdadero.
y aparece de la nada, sorpresivamente.

Esperando a una amiga,
un hombre la otra noche me pregunta:
¿sabes leer los sueños?
le digo, que algo puedo hacer,
entonces saca un papel y me lo enseña.
Lo miré y no entendí nada, 
le digo que mejor me lo cuente,
que puedo escuchar e interpretar.
Me dijo rotundamente que no,
que necesita alguien que lo sepa leer. 
Me da las gracias y sigue su rumbo.

Centro histórico,
día sábado,
camino por la calle Madero.
Las personas van y vienen,
transitan sus vidas con festejo,
los organillos en cada esquina,
sobreviven.
Me pregunto a dónde va toda esa gente,
me pregunto que les importan de todo esto. 

En el centro histórico, ese mismo día en la mañana.
Las kalles lucen un comercio estrafalario,
agudo, chillón, kolorido...agotador de ver y escuchar.
en cada tienda música agitada, 
voces fuertes kantan o hablan o piden algo.
De pronto, en una kalle,
prostitutas afuera de las tiendas,
mujeres hermosas, jóvenes, relucientes,
morenas, pálidas, maquilladas con esmero,
con vestidos pequeños, tacones exagerados,
dignas, esperando trabajar, chambear,
como todos, en la calle, en los parkes,
en el metro, en las eskinas.
El comercio ambulante, 
también le lleva
el cuerpo. 
Me encuentro entonces
con un poco de la verdad.


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