Desde el fondo de un sueño escuché un “te amo”.
Era el eco invisible de una voz profunda.
Declaración fantasmal de aquel laberinto,
desconocido, franco y misterioso.
Tan rotundo taladró en el esqueleto de mi ser
Tan lúcido se fundió en mi carne
Que pude experimentarme viva y sintiendo,
Toda la emoción de aquel soplo extravagante, mágico, sigiloso.
Cuando el cuerpo se entrega
Y el alma se escapa a bailar con los astros
Navegantes del firmamento.
Gracias, a quién me haya amado en ese astral momento.