martes, 5 de mayo de 2020

Dejar el querer por el merecer

Voy a desistir del martilleo de tu nombre
Con vocación religiosa
Con obstinación sobreviviente
Con erudición sacerdotisa
Hasta que ya no me dé nada al escucharlo
Hasta que se diluya como un hilo rojo en el océano
Hasta que sea otro cantar de ave más en mi ventana.

No porque tu nombre no me guste, ni le quiera
Más bien, porque no está en mí,
la vocación de amante, ni de fans,
ni de señora cornuda.
Por el contrario, tengo el deber de reivindicar mi valor
De transformar la equidad en una compañera diaria
De asesinar mi lado patriarcal ahora mismo.

Voy a decirle adiós a tus flores, a tus poemas y a tus seducciones
No porque no vea en ello algo divertido y excitante
Sino porque me debo la dignidad de ser amada en pleno
Sin detalles ficticios, ni maquillajes superfluos
La ilusión me hace tan mal por estos días
Y mi corazón que es un pajarito tan melancólico
¿Cuánta tempestad en un solo piuke?

Colgaré entonces los tacones, el vestido de lentejuelas y el portaligas
Tal vez ahora me pondré una bata sencilla
Un disfraz de fantasma, un traje disimulado
O volveré a mi antiguo look de asalariada calificada
Que esconde debajo de la falda más que una concha empapada
Un universo intenso, repleto de estrellas raras,
Antorchas sagradas que merecen un buen lugar donde brillar.