Estaba yo en un extraño estado.
Perdida en la temporalidad psicotrópica que me provocan los gases de la ciudad.
Caminando bajo la lluvia, comencé a sentir mis pasos más rápidos.
Entonces me decidí a correr.
Los perros que ladraban pronto lo entendieron, también lo hicieron.
Llegué al centro de la gran ciudad sin respiración,
pero frenética, rabiosa, explosiva, excitada, extasiada.
Me paré en la parte más ancha de mis deseos,
esa que aguanta todo...grité hasta apagar la existencia.
Entonces todo se detuvo, todo...menos mis latidos.
Para ese rato ya me habían salido plumas verdeazuladas.
Me fundí con el viento espeso para ir a encontrarte
En una bugambilia morada estabas
jugabas con colores, con luces y sombras.